*Un breve sueño, una larga pesadilla
La miro antes de cerrar los ojos, estoy cansado y sé que pronto me quedaré dormido. Pestaneo pero hago fuerza para echarle una última mirada a su largo pelo negro, huele bien el suave y refrescante aroma cítrico de la crema de enjuague. Quiero entrar al sueño con su imagen, sentir que el beso de las buenas noches se repita incansablemente.
Comienzo a sentri la luz del día pasar a través de la persiana. Antes de entrar en estado de vigilia maldigo que la noche halla acabado. A pesar de todo estoy feliz de despertarme junto a su cuerpo de pradera mansa. Me reconforta.
Abro los ojos, me encuentro con su ancha espalda transpirada, sus piernas como dos valijas peludas. De nuevo su voz áspera, gruñendo para que le prepare el desayuno.
Francisco Fournier
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